DÍA 5

Oración al Señor por intercesión de San Pío de Pietrelcina

Oh Dios, que a San Pío de Pietrelcina, sacerdote capuchino, le has concedido el insigne privilegio de participar, de modo admirable, de la pasión de tu Hijo: concédeme, por su intercesión, la gracia de… que ardientemente deseo; y otórgame, sobre todo, que yo me conforme a la muerte de Jesús para alcanzar después la gloria de la resurrección.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén (3 veces)

Los asaltos del demonio

            Desde su infancia, el demonio se había atravesado en su camino. Desde entonces no tuvo prácticamente descanso. En los años oscuros de Pietrelcina, los asaltos de Barbablú (Barba Azul, como con frecuencia llama el Padre Pío a Satán en sus cartas) redoblaron.

            Un día de 1912, escribe: <<Barba Azul no quiere confesarse vencido. Adopta todas las formas. Desde hace varios días viene a visitarme con otros comparsas armados de palos y de instrumentos de hierro y, lo que es peor, mostrándose bajo sus propias formas. No se sabe cuántas veces me ha arrojado del lecho para arrastrarme por la habitación>>. Algunas veces se levantaba por la mañana cubierto de cardenales y ensangrentado… Pero en la misma carta también añadía: <<¡Paciencia! Jesús, su Madre, el ángel, san José y el Padre san Francisco están casi siempre conmigo>>[1].

            ¿Por qué el Padre Pío era así maltratado y golpeado por Satán? Porque el demonio quería poner obstáculos a su vocación e impedir su misión. ¿Por qué dejaba Dios sufrir así su servidor con los golpes del Adversario? Para ponerlo a prueba. Pero más allá de estas explicaciones inmediatas, podemos considerar esas persecuciones padecidas por el Padre Pío, añadidas a sus sufrimientos físicos, como una <<reserva de gracias>> para el futuro.

            Reflexión: ¿Me doy cuenta que el mal no es algo abstracto, sino que es un ser real?¿Creo que, como dice san Pablo, nuestra lucha no es contra las fuerzas de este mundo, sino contra el diablo y su acción? ¿Sobre qué soy más tentado por el diablo?

 Oración compuesta por San Juan Pablo II

Enséñanos, te rogamos, la humildad de corazón para estar entre los pequeños del Evangelio a quienes el Padre prometió revelar los misterios de Su Reino.

Danos una mirada de fe capaz de reconocer inmediatamente en los pobres y en los que sufren el mismo rostro de Jesús.

Sostennos en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haznos experimentar la alegría del sacramento del perdón.

Transmítenos la tierna devoción hacia María, madre de Jesús y nuestra.

Acompáñanos en la peregrinación terrenal hacia la Patria celestial, a donde esperamos llegar también nosotros para contemplar por toda la eternidad la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén


[1] Carta de 18 de enero de 1912 al Padre Agostino, Epistolario, t. I. p. 252