“Me arrodillé frente a él y perdí la noción del tiempo. ¡Cuánta paz! Parecía aquello el Paraíso”

Me llamo Purificación, tengo 71 años y conocí al Padre Pío a través de internet. Yo no sabía quién era este fraile hasta que un buen día me apareció en youtube. ¡Bendito día! Después vi la película que muestra su biografía y la verdad es que me fascinó. Además, leí mucho sobre la vida de este capuchino estigmatizado.

Cuando ya conocía perfectamente quien era Padre Pío decidí viajar a San Giovanni Rotondo para verlo en su santuario, así que me acerqué hasta una agencia de viajes y compré el billete que me llevaría hasta él. A la chica de la agencia de viajes le dije que me buscara un hotel cercano al convento porque quería estar cerca del Padre Pío, y con mis 71 años me fui en su búsqueda.

Al llegar al hotel dejé mi equipaje y me presenté enseguida en Santa María de las Gracias. Visité la iglesia y todo el convento hasta llegar a la tumba donde estaba el Padre Pío. Una vez allí, me arrodillé frente a él y perdí la noción del tiempo. ¡Cuánta paz! Parecía aquello el Paraíso.

Estuve en San Giovanni Rotondo 5 días. Y el primer día ya pude ver el crucifijo de los estigmas, algo inesperado para mí. Poder contemplarlo me hizo llorar desconsoladamente, también yo tenía mis problemas… Después fui hasta el confesionario en el que el Padre Pío confesaba cada día y permanecí un buen rato frente a él. Por un instante imaginé al Padre Pío allí sentado escuchando mis pecados y me entró una gran paz. Había mucha gente rezando allí.

En este viaje hice amistad con una pareja a la que conocí comprando regalos en una tienda. Y quedamos en vernos a la mañana siguiente, después de la misa. Junto a ellos visité el Hospital Casa Alivio del Sufrimiento, obra del Padre Pío. Después volvimos juntos a la iglesia y estando frente a un Cristo que hay de bronce, la mujer me cogió la mano y me dio una bolsita. Mientras me la daba me dijo: “toma esto, es una reliquia del Padre Pío y quiero regalártela de corazón”. Yo me quedé un poco parada, estaba alucinando con la paz, el amor y la bondad con que me estaba haciendo ese regalo. Entonces yo le correspondí regalándole una biblia. Ahora estoy deseando volver a San Giovanni Rotondo a visitar de nuevo al Padre Pío.