Yo esperaba con ansia que llegase el día de la confesión. Al deseo de un renacimiento espiritual se añadía una cierta repugnancia a hablar de mis miserias pasadas y de las cosas que me susurraba el maligno para alejarme de mi nuevo guía. Pero el sabio Maestro me salió al paso diciéndome: – «Yo conozco tu alma como tú conoces tu rostro ante el espejo y, antes de que tú hables, ya sé todo lo que me quieres decir. Te advierto además que no me ocultes nunca lo que te dice el tentador. Él es como el ladrón: cuando se ve descubierto huye. Rechaza inmediatamente las tentaciones: son como las chispas que cuanto más tiempo están en nuestra mano más queman». Era severo cuando yo ofendía a Dios con pecados contra la caridad. *De la murmuración* decía: -«Oh, ¡cómo castiga Dios este pecado, que destruye la caridad fraterna!». No toleraba las mentiras, ni siquiera las que no eran causa de daño alguno. Decía: – «Si no causan daño al prójimo, lo causan a nuestra alma. Dios es verdad». Para progresar en el camino de la perfección me aconsejaba tres medios: el examen de la conciencia por la noche; la buena lectura, especialmente de la Sagrada Escritura; y la meditación sobre la vida y la pasión de Jesús por la mañana. Me sugirió que también por la tarde hiciera la meditación sobre el Crucifijo, para aprender a crucificar el amor propio y la voluntad inclinada al mal. Cuando le decía que yo no daba importancia a la meditación y que la sustituía con la lectura, me decía: – «¡Mala señal!… Los santos lloraban cuando no podían meditar. Leer es comer, meditar es asimilar». Cuando no tenía ganas de orar yo no oraba. Pero aprendí a orar, incluso sin ganas, cuando el Padre me dijo: – «Quien ora mucho, se salva; quien ora poco, está en peligro; quien no ora, se condena. ¡Lo que cuenta y merece premio es la voluntad, no el sentimiento! Es mejor amar sin sentimiento que saber que se es amado!… «. – «Es difícil la perfección», le dije. – «No es difícil, di más bien que es dura para nuestra naturaleza caída!», me respondió. Con frecuencia me recomendaba apuñalar el propio yo, cada vez que se sublevara; darle una muerte lenta, pero continua.
327. – Testimonios de una hija espiritual: Cleonice Morcaldi
por San Padre Pío | Jul 5, 2021 | Testimonios de su vida | 2 Comentarios
Excelente dirección espiritual del padre San Pío.
Padre Pío de Pietrelcina.
Has estado tan cerca de nosotros que hasta he llegado a pensar que nunca te fuiste.
Gracias hasta el cielo.
Xalapa, Ver., MX.