Padre Pío nunca negó la existencia de su perfume corporal, que nada tenía que ver con la cosmética. El perfume del Padre Pío era un don de Dios y un hecho inexplicable para la ciencia.

Cleonice Morcaldi, hija espiritual del fraile capuchino, aseguraba que ese olor tan peculiar provenía de sus llagas sangrantes. Y el propio doctor Giorgio Festa escribió: “La sangre que brota de las heridas que el Padre Pío presenta en su persona tiene un olor fino y delicado que muchos, entre los que se acercan a él, tienen la oportunidad de percibir claramente. […] En mi primera visita a San Giovanni Rotondo, obtuve un trozo de tela empapada en sangre del costado de Padre Pío y me lo llevé para investigarlo. Yo no olí nada en aquel momento, sin embargo, algunos compañeros que viajaban conmigo en el coche si percibieron la fragancia, sin saber que yo llevaba esa tela con sangre en mi maleta. Cuando llegué a Roma, guardé el paño en mi estudio y la gente que me visitaba me preguntaba de dónde provenía el olor que percibían al entrar a mi lugar de trabajo”.

Conocido como el olor a santidad, era un perfume que no todos percibían. Sólo se manifestaba a algunas personas y lo hacía con diferentes fragancias e intensidades: olor a rosas, violetas, jazmín, olor a pan fresco, a vino, a menta… Sin embargo, en otras ocasiones, también podía manifestarse como un olor a incienso o una fragancia ácida. Y no era constante, aumentaba su persistencia o desaparecía repentinamente.

Las personas a las que se le manifestaba este olor podían notarlo incluso estando en sus casas, lejos de Padre Pío.

El padre Agostino de San Marco in Lamis, que era el confesor de Padre Pío y tenía sus papilas olfativas atrofiadas, escribió en su diario: “olí el perfume que muchos huelen muchas veces, incluso después de dejar San Giovanni Rotondo”.

“La celda estaba impregnada de este olor, el confesionario, la silla, su ropa…”, afimaba Cleonice Morcaldi. Y otro testigo más, Fray Ludovico, dijo: “El Padre Pío dejaba un rastro de perfume cuando pasaba por las distintas estancias del convento”“A veces, para saber dónde estaba el Padre Pío bastaba con seguir el rastro de su perfume”, afirmó el padre Federico.

Alberto del Fante, ex masón convertido gracias a Padre Pío, cuenta la siguiente historia: “la tarde del 28 de febrero de 1931, después de haber vuelto de una visita a mis padres, me puse a trabajar. Iba a escribir a máquina sobre la vida de Padre Pío, cuando noté un suave perfume. Era como un aviso del Padre Pío al cual yo había prometido no comenzar nunca un trabajo sin pedir la bendición de Dios. Esta vez se me había olvidado. Llamé entonces a mi mujer y a mis hijos que iban a acostarse y les pregunté si notaban algo anormal. Respondieron que sentían un suave olor a incienso”.

Pero este olor no sólo fue apreciado por las personas mientras Padre Pío estaba vivo. Incluso después de su muerte, hay quien lo experimenta. “Una de mis hermanas comenzó a sentirse mal en 1985, perdía peso rápidamente hasta el punto de no poder ponerse de pie, mostraba desinterés por todo y por todos, tenía mirada ausente y lloraba constantemente. Comenzó así un período difícil para mi familia en el que se alternaron visitas de especialistas, viajes, estados depresivos y momentos de desesperación. Decidí entonces encomendarle el caso de mi hermana a Padre Pío. Pasó el tiempo y la situación empeoró. Un día, mientras mi madre me reprendía que Padre Pío se había olvidado de nosotros, percibimos un indescriptible y maravilloso perfume en casa. Vimos que era la señal de que el Padre Pío no nos había abandonado. Poco después, mi hermana comenzó a mejorar hasta que se recuperó por completo”.

El olor a santidad se trata de un fenómeno bien documentado en la historia de la iglesia. Los cuerpos de los santos tienen la reputación de exhalar buen olor, a veces, incluso en vida, como le ocurrió a Padre Pío.

Sus hijos espirituales fueron los primeros en advertir este perfume y darse cuenta de que se trataba de un hecho extraordinario. A menudo le preguntaban a Padre Pío por su significado, pero él guardaba silencio.  A Nina Campanile, que era hija espiritual del fraile capuchino, le dijo en una ocasión: “¡Escucha!, el Señor da este don a las almas no para la santificación personal, sino para atraer las almas a él. Todas estas cosas no aumentan la gracia santificante, sino que son medios para llamar a otras almas a Dios”.

También Cleonice Morcaldi insistió sobre este asunto y le preguntó: “Padre, ¿qué significa su perfume?”, a lo que el Padre Pío respondió: “Es mi presencia”.

Escrito por: MCI