En la figura del Padre Pío se dieron varios prodigios místicos inexplicables para la ciencia y para la mente humana. Poseía el don de profecía, tenía la capacidad de leer las conciencias y los corazones. Además, realizaba curaciones milagrosas a través de la oración. Tuvo en su cuerpo las llagas de Jesucristo durante 50 años y, por si esto fuera poco, vivió también el fenómeno de la bilocación.

“La bilocación es un carisma otorgado a la persona para cumplir una misión espiritual o moral hacia personas determinadas en un lapso de tiempo concreto. Su objetivo es esencialmente pastoral” [1]. La bilocación se ha mostrado en la historia de la iglesia a través de santos como el Padre Pío de Pietrelcina, San Antonio de Padua, San Martín de Porres, San Alfonso María de Ligorio, San Francisco de Asís y la beata Madre Esperanza, entre otros. A través del poder de Dios, estas personas podían estar en dos sitios distintos a la vez.

Bilocación de San Antonio de Padua (Willem Van Herp The Elder)

El 18 de enero de 1905, con sólo 17 años, Padre Pío vivió su primera experiencia de bilocación, que él mismo describió así: “Me encontré lejos, en una casa señorial, donde el padre se moría mientras nacía una niña. Entonces se me apareció la Virgen santísima y me dijo: `Te confío esta criatura; es una piedra preciosa, trabájala, púlela, hazla lo más brillante posible, porque un día quiero adornarme con ella´. Y añadió: `No lo dudes, será ella la que acudirá a ti, pero antes te la encontrarás en San Pedro, en Roma´ [2]. Dieciocho años después “esta niña se presentó en la Basílica de San Pedro, agobiada y buscando a un sacerdote con quien pudiera confesarse y recibir dirección espiritual. Ya era tarde y la basílica iba a cerrar, miró a su alrededor y vio a un fraile entrar en el confesionario y cerrar la puerta” [3]. La joven se acercó y confesó. Entonces el fraile la absolvió de sus pecados y la bendijo. La joven quiso besarle la mano en agradecimiento, pero cuando abrió la puerta del confesionario no vio a nadie dentro. Padre Pío había estado allí en bilocación.

Un año después, la joven fue hasta San Giovanni Rotondo y mientras paseaba por los pasillos del convento, Padre Pío la vio, la señaló y le dijo: “Yo te conozco, tu naciste el día que murió tu padre”. La muchacha se sorprendió. Horas después se confesó con el fraile de los estigmas y él le dijo: “¡Hija mía, finalmente has venido, te estoy esperando tantos años!”. Pero ella, más asombrada aún que antes, le aseguró que era la primera vez que pisaba ese lugar y que tal vez se estaba confundiendo de persona. Entonces Padre Pío le aclaró que ya habían tenido su primer encuentro en Roma, en la Basílica de San Pedro. Esta joven era Giovanna Rizzani, que más tarde se convertiría en marquesa de Udine y en la primera hija espiritual del Padre Pío.

Giovanna Rizzani, hija espiritual de Padre Pío y marquesa de Udine

Padre Pío llegó al convento de San Giovanni Rotondo en 1918 para quedarse. Es sabido que nunca salió de aquí, ni viajó físicamente a otros pueblos, ciudades o países, aunque sí lo hizo en bilocación. Para el Padre Pío será tan frecuente la bilocación que, incluso, bromeará haciendo referencia a ella.

“En cierta ocasión, el padre Carmelo, que era el superior en aquel entonces de San Giovanni Rotondo, estaba hablando en el comedor del monasterio con algunos frailes acerca de las maravillas de los viajes aéreos. ¿Sabéis que un vuelo sin escalas de Roma a Nueva York se hace en menos de 12 horas?, explicaba el superior. Aquello maravilló a todos los capuchinos presentes… menos a uno, ya que el Padre Pío no estaba impresionado en absoluto. “¡Eso es mucho tiempo! -remarcó el santo-. Yo tardo un segundo cuando viajo, añadió” [4].

Cuenta el padre Luciano Lotti, secretario general de los grupos de oración del Padre Pío, la siguiente anécdota: “Un día Padre Pío se recogió un momento en oración, así como 5 o 6 minutos en silencio. El padre Carmelo que estaba con él intentó hacerle alguna pregunta, pero el fraile capuchino estaba absorto, no respondía a nada que se le preguntara en ese momento. A la semana siguiente llegó al convento una carta desde Turín, escrita por una mujer que agradecía al padre guardián de San Giovanni Rotondo haber dejado ir al Padre Pío a su casa cuando su madre se estaba muriendo” [5]. Padre Pío no estuvo nunca en Turín, sin embargo, la señora aseguraba haber visto al fraile asistir a su madre en el instante de la muerte y aseguraba, además, que lo vieron todos los miembros de la familia.

Algo semejante le ocurrió a Monseñor Fernando Damiani, vicario de Salto (Uruguay). Monseñor Damiani fue hasta San Giovanni Rotondo para ver al Padre Pío y pedirle que lo asistiera en la hora de su muerte. Entonces Padre Pío le dijo que volviera a Uruguay y le prometió que él, llegado el momento, lo asistiría.

En 1941 se celebró un congreso al que asistieron obispos de Uruguay y Argentina, y en el que se encontraba el arzobispo de Montevideo, Antonio María Barbieri. Terminada la jornada del congreso, el arzobispo se retiró a su habitación y estando en ella oyó un extraño golpe en la puerta. En la oscuridad de la sala vio la figura de un monje capuchino que le dijo que fuera a ver a Monseñor Damiani, porque se estaba muriendo. Entonces el arzobispo fue hasta su habitación y lo encontró agonizando. Le administró los óleos de extremaunción y este murió.

Posteriormente, Barbieri encontró un papel en el que aparecía una frase escrita. Al mirarla atentamente vio que la frase estaba incompleta. “En el papel se podía leer lo siguiente: `Ha estado aquí el Padre P…´ Fue entonces cuando Barbieri se dio cuenta de que esa frase la había escrito Monseñor Damiani, minutos antes de su muerte. Este papel se encuentra actualmente guardado en la Curia Arzobispal de Montevideo” [6].

Padre Pío estaba físicamente en el convento de San Giovanni Rotondo, y llegado el momento se recogía en oración, entraba como en una especie de somnolencia, de sopor, y entonces se aparecía en otro lugar con la intención de llevar a cabo alguna misión. A través de la bilocación, hablaba, escuchaba y vivía simultáneamente dos experiencias a la vez.

La Beata Madre Esperanza de Jesús, monja española fundadora de la congregación de los Hijos del Amor Misericordioso, tuvo varios encuentros en bilocación con el Padre Pío en el Santo Oficio, en Roma, entre 1937 y 1939. Padre Pío y Madre Esperanza nunca se conocieron en persona, sin embargo, su relación quedó verificada a través del testimonio de Fray Alberto D’Apolito, fraile capuchino de San Giovanni Rotondo que convivió con el Padre Pío.

Fray Alberto visitó el Santuario de Madre Esperanza, situado en la ciudad italiana de Collevalenza, en febrero de 1970. La conversación que mantuvo con la religiosa lo dejó bastante atónito: “Madre -saludó el visitante-, soy fraile capuchino de San Giovanni Rotondo. No quiero hacerle perder el tiempo. Sólo le pido que rece por mí y por la glorificación del Padre Pío […]

-Siempre he rezado por el Padre Pío.

– ¿Conoce usted al Padre Pío? -inquirió él, extrañado.

-Sí, le he visto varias veces -confirmó ella.

– ¿Dónde…? ¿En San Giovanni Rotondo…?

-No, no he ido nunca a San Giovanni Rotondo.

-¿Entonces…? ¿Dónde le ha conocido…?

-En Roma

-Pero Madre, usted no ha podido conocer al Padre Pío allí, porque él estuvo en Roma una sola vez en su vida, cuando era muy joven. Concretamente el 17 de mayo de 1917, para acompañar a su hermana que deseaba ser monja y se incorporó aquel mismo día al convento de Santa Brígida. Además, usted en esa época estaba en España. Debe ser una equivocación y seguramente ha confundido usted al Padre Pío con otro fraile capuchino.

-No, no me he equivocado. Era realmente el Padre Pío -insistió ella.

-¿En qué lugar concreto de Roma lo vio?

– En el Santo Oficio. Lo vi durante un año entero, todos los días. Llevaba puestos los mitones para esconder sus llagas. Yo le saludaba, le besaba la mano y algunas veces le hablaba y él me respondía” [7].

Madre Esperanza, fotografiada durante un éxtasis

Pero no fue esta la única vez que San Pío de Pietrelcina visitó Roma en bilocación. El 17 de mayo de 1925 el Papa Pío XI canonizó a Santa Teresita del Niño Jesús, de la que el Padre Pío era muy devoto. Varios testigos afirmaron haber visto al fraile de los estigmas en esta ceremonia de canonización.

El cardenal y secretario de Estado, Rafael Merry del Val, contó al Papa Pío XI que había visto al Padre Pío rezando en San Pedro, frente a la tumba de San Pío X, mientras se estaba celebrando el acto de canonización de la Santa. Pero fue el entonces sacerdote Don Luís Orione, canonizado en 2004 por Juan Pablo II, quien atestiguó lo siguiente: “Yo también lo ví, estaba arrodillado rezando a San Pío X. Me miró sonriente y luego desapareció” [8].

Durante la II Guerra Mundial, varios pilotos de la aviación anglo-estadounidense vieron la figura de un fraile capuchino que les prohibía tirar bombas cada vez que volaban cerca de San Giovanni Rotondo.  Bernardo Rosini, general de la fuerza aérea italiana, oyó a varios pilotos hablar de un monje que aparecía en el cielo y hacía que los aviones se retiraran. Incrédulo, decidió tomar el mando de una escuadrilla de bombarderos y sobrevolar San Giovanni Rotondo para bombardear a los enemigos alemanes que se encontraban en la zona. Al regreso de la misión, los demás pilotos le preguntaron qué ocurrió. El general, pálido, describió cómo había visto la figura de un fraile en el cielo, con las manos en alto, que hizo que las bombas se desengancharan del avión y cayeran solas a un bosque. Los aviones terminaron su misión sin que los pilotos intervinieran en nada.

El general quiso saber quién era ese fraile que se le había aparecido y alguien le comentó que se trataba del Padre Pío.

Cuando finalizó la Guerra, el general fue hasta San Giovanni Rotondo para comprobar si Padre Pío era el monje que se le había aparecido durante su misión. Al cruzar el umbral de la sacristía se encontró con un grupo de frailes e inmediatamente reconoció al que había parado sus aviones. Padre Pío se acercó hacia él y poniendo la mano sobre su hombro, le dijo: “¿así que eras tú el que querías matarnos a todos?”. El general, que era protestante, se arrodilló y después de ese día se convirtió al catolicismo.

Cuando alguien le preguntaba al Padre Pío por este fenómeno de la bilocación, él ni lo afirmaba ni lo desmentía, simplemente se limitaba a guardar silencio. Pero un día el padre Eusebio Notte, hermano de fraternidad de Padre Pío, contó que el actor italiano Carlo Campanini había visto al Padre Pío en su casa y no estaba seguro de si se trataba o no de una alucinación. Entonces le pidió al padre Eusebio que hablase con el fraile estigmatizado para disipar la duda. “Tras mucho insistirle, aludiendo a la bilocación, Eusebio Notte logró que el Padre Pío admitiese finalmente que `estas cosas´ sucedían cuando el Señor las permitía” [9].

Escrito por MCl

[1] Patrick Sbalchiero, Padre Pío, San Pablo, 6ª edición, 2004, Madrid. P 148.

[2] Saverio Gaeta, Padre Pío El misterio del Dios cercano, San Pablo, 2015, Madrid. Pp 29-30.

[3] San Pío de Pietrelcina. Primera Bilocaciónwww.aciprensa.com Recuperado de: https://www.aciprensa.com/recursos/primera-bilocacion-1568

[4] Laureano Benítez Grande-Caballero, Historias del Padre Pío relatos, anécdotas y testimonios del santo de los estigmas, San Pablo, 2018, Madrid. P 52.

[5] Uno degli avvenimenti straordinari nella vita di Padre Pio: La bilocazionewww.youtube.com Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=BEqJtyFHFfc

[6] Parroquia Cristo Salvador Chama, 18 noviembre 2014, Hno. Carlo María Laborde OFM Cap. Compartiendo sobre San Pío, Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=GNqArvpGQd4

[7] José María Zavala, Madre Esperanza Los milagros desconocidos del alma gemela del Padre Pío, Freshbook, 4ª edición, 2019, Madrid. Pp 105-107.

[8] Padre Pío de Pietrelcina y Luís Orione.www.donorionescritos.blogspot.com Recuperado de: http://donorioneescritos.blogspot.com/2013/09/padre-pio-de-pietrelcina-y-don-orione.html

[9] José María Zavala, Padre Pío Los milagros desconocidos del santo de los estigmas, Libros Libres, 17ª edición, 2017, Madrid. Pp 209-210.