En el mes de julio de 1917 Padre Pío peregrinó a Monte Sant’Angelo para venerar a San Miguel Arcángel, del que era muy devoto, en su gruta del Gárgano, en la que ya había estado anteriormente su seráfico padre San Francisco.
Padre Pío sentía el deseo de visitar la gruta de San Miguel Arcángel y así se lo expuso a su superior, el padre Paulino de Casacalenda. Éste organizó entonces el viaje a Monte Sant´Angelo, en parte para premiar a los seminaristas que acababan de finalizar sus exámenes y en parte también, para complacer el deseo de Padre Pío.
Fue entonces cuando un grupo formado por Padre Pío, Nicolás Perrotti, Vicente Gisolfi, Rachelina Russo y 14 seminaristas, se dirigió desde San Giovanni Rotondo hacia el Monte Sant’Angelo, saliendo de madrugada.
El Padre Pío hizo un buen trecho del recorrido a pie, pero después lo obligaron a subir a una carreta, porque vieron que no aguantaría mucho tiempo más caminando. Al amanecer, Padre Pío se bajó del carro y caminó de nuevo entonando el Santo Rosario, intercalado con cantos a la Virgen y a San Miguel.

Padre Guglielmo Alimonti, que fue hermano de fraternidad de Padre Pío, contaba la siguiente anécdota:
“Desde niño, me atraía la figura de San Miguel Arcángel. Ese aire de guerrero de Dios me fascinaba […] Un día, estando en San Giovanni Rotondo, sentí un fuerte deseo en mi corazón de hacer una peregrinación a pie, ida y vuelta, hasta la gruta de San Miguel. Una mañana, después de la Misa, me dirigí hasta la celda del Padre Pío, me arrodillé ante él y le dije:
– Padre, yo deseo ir y volver a pie a la Gruta de San Miguel. ¿Me da su bendición?
– Sí, te bendigo, hijo mío. Yo también fui a pie hasta esa gruta. -Dijo el Padre-
Años después, mis hermanos de fraternidad me confirmaron la peregrinación de Padre Pío hasta la Gruta de San Miguel, y entonces pensé en la fatiga que debió costarle al Padre y en el dolor indescriptible que le habría provocado en las llagas de los pies su caminata hasta este lugar santo”.
Cuando San Francisco de Asís llegó a la Gruta de San Miguel Arcángel, juzgándose indigno de entrar en ella, se detuvo a la puerta y pasó allí la noche entera ensimismado en oración. A este acceso a la gruta se le conoce como “Puerta del Paraíso”.

El historiador Gherardo Leone documentó: “El Padre Pío se detuvo mucho tiempo ante la “Puerta del Paraíso” antes de la celebración de la Misa. Se recogió en oración durante tres cuartos de hora, luego comenzó el rito religioso ante el Altar del Arcángel. Al ofrecer el sacrificio en el lugar consagrado a San Miguel, se conmovió profundamente. Después de la celebración, se detuvo todavía otros tres cuartos de hora. Estaba palidísimo y temblaba de frío: llevaba tres horas en esa gruta húmeda y gélida. (…) En la Gruta de San Miguel, en ese momento de gran intensidad espiritual, en la penumbra de la gruta arcangélica, Padre Pío tomó plena consciencia de su misión religiosa y tuvo, también, el presentimiento de lo que el Señor le reservaba”.
Contó el propio Padre Pío, en un escrito autobiográfico, la visión que tuvo de San Miguel Arcángel a la edad de 15 años, antes de entrar en el convento de Morcone: “Un hombre, de una belleza especial, me condujo a un paraje abierto. Allí había una gran multitud de hombres, divididos en dos grupos. A un lado, hombres con rostros bellísimos, cubiertos con vestidos blancos, cándidos como la nieve; al otro lado, un segundo grupo, hombres con un aspecto horroroso, vestidos con ropas negras, con sombras oscuras. De repente, en el espacio que dividía a los dos grupos, avanzó un hombre de altura extraordinaria, tanto que tocaba las nubes con la frente; su rostro era como el de un etíope, de horroroso que era. Entonces, el hombre bellísimo me dijo: `tienes que entrar en combate con éste´(…) Yo estaré siempre junto a ti (…) te ayudaré y no dejaré que te venza”.
Padre Pío entró en combate, durante toda su vida, con este hombre de aspecto horroroso, identificable con Satanás, pero contó siempre con la ayuda del hombre de “extraordinaria belleza”, identificado como el Arcángel San Miguel.
A sus hijos espirituales, Padre Pío, les recomendaba la visita a la Gruta de San Miguel, los invitaba a rezar allí y a hacer penitencia en este lugar. Así mismo, a los peregrinos que visitaban San Giovanni Rotondo, los animaba a continuar su peregrinación hasta Monte Sant’Angelo, para venerar a San Miguel en su santuario. Algunos lo oyeron decir, en más de una ocasión: “Yo siempre voy a la Santa Gruta de Monte Sant’Angelo”, dando por hecho que se refería a sus visitas en bilocación, puesto que físicamente solo estuvo allí en julio de 1917.

Afirman, los que lo conocieron, que cuando se construyó la iglesia de Santa María de las Gracias, en San Giovanni Rotondo, Padre Pío insistió en que se utilizara un bloque de piedra de la sagrada gruta de Monte Sant’Angelo, y también que se hiciera un altar en honor a San Miguel Arcángel. Pidió, además, que hubiera una imagen de San Miguel hiriendo con su espada la boca de lucifer.
Escrito por: MCI
Es impresionante la Gruta de San Miguel. Gracias por el relato. Padre Pío , Ruega por Nosotros
Gracias por tan bella publicación hay muchos q no conocen del Señor ni la vida del Padre Pío Benditos sean y San Miguel q lo ilumino
Padre Pío nos enseña como ser amigos de san Miguel Arcángel que nos acerca al trono de Dios
Amén amén amén
Amo al San Miguel Arcángel creo mucho en el. Siempre lo tengo presente y le tengo mucha fe 💙💙💙🙏🙏🙏
Soy devoto del padre pio. San Pio de petrelcina siempre oro sus oraciones y pido mis intenciones a traves de su interesecion. Es bien amado. Tambien del Acangel San miguel. Siempre hago oraciones y alabanzas a San miguel arcangel. Gloria a Dios.
Realmente no conocía esta conmovedora historia …
¡¡¡Muchas gracias Padre Pio y a quienes nos la hacen conocer!!!