Soy mamá soltera de un niño de 13 años con cuyo padre me casé, pero que al enamorarse de otra persona, se retiró del hogar conyugal, para después casarse con la persona que hoy es la madre de sus otros dos hijos. A la fecha, el abandono moral hacia mi hijo Ignacio, es absoluto, y el abandono económico casi absoluto.

Estudié en un colegio a cargo del Opus Dei y en la Universidad de Piura, que también está a cargo de dicha prelatura personal. Esa referencia es importante de cara a indicar que he conocido siempre la verdad y he sido una católica mediocre, digamos.

En Perú, por alguna razón que desconozco, no sabemos nada de San Pio de Pietrelcina, cuestión absolutamente penosa, porque ¡qué tremendo santo!. Durante el 2020, a razón de tener contacto con personas de poca edad enfermas de cáncer, empecé a renegar de Dios porque no podía entender cómo Dios permite ese dolor, no solo físico para el enfermo, sino moral para los padres. Y es aquí donde viene lo bueno. 
Un buen día, me salió en Youtube una referencia al padre Pío, y eso no es todo, lo más sorprendente fue que quise ver el vídeo, ya que como he dicho, estaba en negación total respecto a la fe católica… En efecto, hizo más ruido muerto que vivo. Me empecé a interesar, he visto su película como ocho veces, encuentro cosas nuevas cada vez, me parece que ha sido un hombre EXTRAORDINARIO, más allá del tema de los estigmas.

Él se encargó de encauzar nuevamente mi vida y hoy vivo como católica practicante. San Pío me llevó a profundizar sobre la doctrina católica, los doctores de la Iglesia y temas relacionados. Paralelamente y de modo galopante, una enfermedad consumía la vida de mi padre. De hecho, recuerdo que dentro de los propósitos de este año (he encontrado los escritos de entonces) yo había pedido como deseo que logre ir al purgatorio. Mi padre ha sido en líneas generales una buena persona, sin embargo, también es cierto que no ha tenido una vida muy ordenada que digamos. Tuvo tres hijo (mis hermanos y yo) con mi madre, de quien se divorció hace 9 años. La enfermedad que padecía era insuficiencia renal terminal por diabetes mellitus 2 desde el 2018.

Ha aguantado estoicamente 12 horas semanales de diálisis durante 3 años y ha estado en muchas ocasiones en peligro de muerte, sin embargo, nunca hablaba de Dios, pero sabía que existía y creo que en su fuero interno hablaba con él. Él ya había sufrido un ACV como en el 2016 pero no dejó secuelas. Él empeora este año, se fue apagando, le fueron dando pequeños accidentes cerebrovasculares. Yo pedí un mes completo de vacaciones que gocé en abril de 2021 para poder mudarme donde mi abuela vivía, para así poder asistirlo, porque ya no caminaba sin ayuda de muletas o andador. Igualmente tenía dificultad para bañarse por sí mismo. 

Por mi parte, estaba haciendo un curso para consagrarme al Santísimo Corazón de María porque el Padre Pío había hecho grandes cosas en mí, yo ya era una mujer renovada. Cuando pude prever que el tiempo de mi padre se acortaba, abordé el tema de la confesión con él, lo aceptó de buena gana, fue un Domingo. Al día siguiente, lunes, hice las gestiones con un sacerdote para que pudiera asistirlo en el centro de diálisis, quien generosamente me dijo que sí a todo (Confesión y Unción de Enfermos) pese a que hay que pedir un permiso para que puedan entrar a centros de salud por el tema de la C19. Él simplemente me dijo sí, yo voy y asisto a tu padre. Diez días después (luego de varios sucesos muy penosos como familia) mi padre ya en el hospital y con un cuadro de ACV que le quitó facultades, estaba recibiendo el escapulario de la Virgen del Carmen. Eso fue un chispazo de lucidez, también Piuchi (el Padre Pío) debe haber estado detrás de ello, no tengo duda. Le pregunté al mismo sacerdote si se lo podía imponer, así que así se hizo el 7 de junio a las 5 pm, se le concedió indulgencia plenaria. Diez horas después, uno de los amores de mi vida, dejaba este mundo. Murió con el escapulario puesto y estoy segura de que gozó del ́ privilegio sabatino, se fue preparado.

San Pío hizo todo ello posible, pues como digo, esto fue un tracto sucesivo, una serie ordenada de eventos detonada por la inmensa santidad de F.F.
Las cosas se dieron así, quizá de haberse restablecido la salud de mi padre, no hubiese cumplido con lo que es mandatorio en el uso del escapulario, solo Dios sabe. Así fue. Días después, me consagré al Corazón de María, me notificaron la sentencia de nulidad de matrimonio religioso de modo, que hoy estoy dispuesta a lo que Dios quiera de mí, en cualquier lugar del mundo.