Mi conversión ocurrió siendo ya adulta y al poco de conocer a Cristo, padre Pío entró en mi vida a través de la lectura de una de sus cartas. Me enamoraron tanto sus palabras que empecé a leer todo lo que encontraba sobre su vida. Antes de conocerle yo no había oído hablar de expiación, ofrecimiento etc… o quizá si lo había oído, al escuchar sobre la Pasión del Señor, pero no eran conceptos que entendiera o que tuvieran significado práctico para mí vida. Gracias a la lectura de las cartas de padre Pío y gracias al testimonio de su vida, fui captando lo que esos conceptos podían implicar en la vida cristiana. A los pocos años de mi conversión descubrí que mi marido tenía una relación con otra persona y que este engaño venía sucediendo desde hacía bastante tiempo. En el primer momento de sorpresa, enfado y angustia, sentí el impulso de ir a rezar a la capilla más cercana donde, además, encontré al sacerdote y pude desahogarme con él. En aquella oración en la capilla encontré además un libro olvidado en un banco y cuando lo abrí leí esta frase de padre Pío : Salvar almas orando sin cesar. Tuve claro entonces que había llegado la hora de pasar, de la teoría a la práctica, todo lo que había leído sobre padre Pío, todo lo que él nos enseñaba sobre el sufrimiento cristianamente vivido. Fui delante de una imagen de nuestra Madre Santísima y le dije : Madre, que todo este dolor sirva para la conversión de mi marido. A partir de ahi la paz volvió a mi alma y regresé a mi casa para abrazar a mi esposo, decirle que sabía lo que estaba ocurriendo y que si quería dejar su camino de pecado Dios le tendía la mano, y yo también. No podemos decir que Dios es bueno, que Dios perdona, que su Misericordia es infinita y que esto, que profesamos con los labios, no se vea en nuestra vida. Dios nos pide que su Misericordia se haga visible a través de nosotros, sus hijos. Este camino de ofrecimiento sólo fue posible por la gracia de Dios, con mucha oración, muchísimos rosarios y la Santa Misa, vivida y ofrecida cada día por mi esposo y también por aquella señora que había caído con él en el mismo pecado. No hay que escandalizarse del pecado ajeno; padre Pío dice que el hombre, sin Dios, no es capaz de elevarse más allá de la altura de las bestias, y es verdad. Mi marido estaba horrorizado de ver lo que había hecho (primer signo de la gracia de Dios en él, el arrepentimiento) y poco a poco, arropado por la oración y sostenido por el sufrimiento ofrecido con amor por él, fue dando pasos de acercamiento a Dios. Entonces empezó un camino de conversión maravilloso del que Dios me concedió ser testigo privilegiada. Y hasta hoy. Somos felices, tenemos muchos fallos y caídas pero estamos firmes en el camino en el que Dios nos ha puesto. Acompañados por padre Pío, sabiendo que sus enseñanzas aplicadas a nuestra vida son pasaporte para el Cielo.
TESTIMONIO DE UN ALMA ANÓNIMA
por San Padre Pío | Feb 17, 2021 | Testimonios | 4 Comentarios
Qué maravilloso y conciso testimonio de caridad cristiana y amor humano.
He podido ver aquí el reflejo de algunos de mis dolores y el ejemplo de la superación de los mismos por causa de la gracia de Dios.
¡Que Dios bendiga ese matrimonio y a ustedes, que han hecho posible que sea compartido tan respetuosamente!
Gracias.
Un testimonio que hace reflexionar por su milagro de conversión.
Bendito sea Dios, su madre Santísima y por supuesto mi querido padre pio, te pido por el mundo entero
Maravilloso testimonio que todos deberáimos de leer para darnos cuenta de que con Dios todo se puede, y qué mejor manera que de la mano de la Santísima Virgen y del Padre Pío.