El Padre Pío es un regalo de Dios maravilloso, es una bendición, un alto en el camino, un fraile y sacerdote noble, un SANTO.

Ya sabía de su existencia porque de niña, unos 9 años aproximadamente, mi padre estaba viendo en la televisión una película del fraile. Yo extrañada le pregunté «¿Qué estas viendo?». Él, sin más dilación, me explicó que era un hombre muy bueno a quien le aparecieron los estigmas de Nuestro Señor en manos, pies y costado. A pesar de mi niñez, dudé, dudé de que una persona humana pudiera ser bendecida por Dios de esa manera. No entraba en mi razón, pero las cosas de Dios se escapan al entendimiento de los hombres. Me impactó de todos modos, en lo más profundo de mi corazón, la imagen del fraile estigmatizado, de tal manera, que a día de hoy me hace pensar que desde que era niña me eligió para cuidarme.

Años más tarde, estaba pasando por una ruptura de noviazgo, y estaba en un momento de desesperación muy duro. En esos días se celebraba el 50 aniversario de los estigmas del Santo Padre Pío, y los vecinos tenían la televisión muy fuerte, tanto que pude oír que hablaban de los estigmas del Padre Pío. Entonces algo dentro de mí despertó, aquel fraile que de niña estaba en la televisión, ahora cumplía 50 años de ser estigmatizado. Quise saber más, entonces busqué sobre su vida y estuve varias horas embelesada leyendo sobre él en el móvil. Me llamó mucho la atención, pero de nuevo yo seguía con mi vida.

Luego, en 2019 decidí ir a una peregrinación, y a pesar de estar a punto de no ir, durante la peregrinación me encontré en el Palacio Papal de Aviñón. Tras la misa, todos salieron corriendo a hacerse fotos, y yo sentí una llamada de quedarme dentro. Entonces vi al Padre Pío de Pietrelcina, que estaba ahí en una figura, con su mano bendiciéndome. En cuanto vi su imagen me arrodillé ante la estatua de Padre Pío y lloré. Sentí que él estaba contento de que por fin estaba ante él.

Más tarde, mi fe fue creciendo poco a poco, y un día vi la imagen del Santo Padre Pío en un cartel en la calle, donde ponía que había un grupo de oración de Padre Pío. Me atreví a ir y hasta hoy formo parte de este maravilloso grupo.

Se hizo tan importante para mí, que hablábamos de él en las comidas familiares, aunque no me agradaba mucho la conversación porque sentía que mi familia no lo entendía. Y entonces, el más incrédulo se convirtió. Esta persona no creía que un Santo fuese capaz de obrar tantísimos milagros, hasta que le hizo falta uno. Y oramos por él, en mi oración le pedí a Padre Pio que por favor le ayudara, pero que supiese que él era quien le había ayudado. Al día siguiente tenía tanto amor por Padre Pío que incluso sentía que mi amor al lado del suyo era pobre.

Estábamos en el grupo de oración y el director del grupo, decidió dejarme su reliquia para que hiciese la novena. No fui sola, esta vez me acompañaba mi hermana y cuando nos montamos en el coche con el Padre Pio, ella me avisó de que tenía un olor muy fuerte y agradable que salía del Santo.

Estaba angustiada porque mi hermana podía olerlo y yo no. No entendía por qué no me dejaba olerlo a mí también. Entonces, cuando llegue a casa me tranquilicé, lo coloqué en la mesa y le pedí que me dejase olerlo a mí también. Entonces, como por arte de magia, pude olerlo. El olor duró varios días, un día era tan intenso que cuando entré en mi habitación sentí una bofetada de perfume, que aumentaba cuando te acercabas a la reliquia.

El olor es indescriptible, pero una cosa sí, es un olor inconformista, que crea una especie de adicción, y provoca que bajo ningún concepto quieras dejar de olerlo.  

Tuve mis dudas sobre el olor, pero ahora sé que fue él, porque los últimos días se dejó de oler, y un olor no se va de algo o alguien así como así.

San Pío de Pietrelcina, ruega por nosotros

Esta joven lleva varias redes sociales dedicadas al padre Pío de Pietrelcina:

En instagram: https://instagram.com/padrepioespana

En Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC_1EoJ-eo1PyGP_OD20pf-w